LA SIGUAMONTA.
(Cuento)
nosotros una pequeña ave y se quedó parada a orilla del camino al lado del cerco, viendo extrañada la ruidosa mole que bajaba por la quebrada de piedras sueltas.
— ¡Pará le voy a tomar una
fotografía!
Mi esposa detuvo el vehículo que
resbaló un poco, antes de frenar del todo, pero en cuanto abrí la puerta, el
ave escapó y ya no pude verla más.
— ¿Y vos pensaste que iba a
posar?—dijo ella.
—Bueno al menos lo intenté,
acordate cuando fotografié aquella mariposa.
El ave era una especie de
correcaminos, y yo nunca había visto uno; aparte del odioso pájaro que siempre
escapa del coyote en la famosa caricatura; hasta ese día creía que eran color
celeste y morado y no moteado beige con marrón, como el que acababa de
esconderse entre las hojas secas del cafetal
Más tarde, platicando en el
amplio corredor de la casa de adobes de la montaña, comente al respecto con el
viejo Ginovel y su esposa Aleja quienes de inmediato dijeron:
— ¡Es una Siguamonta!
Aleja sirvió mas delicioso café,
era tiempo de oír la historia de esta extraña criatura.
Verá usted, La Siguamonta no
siempre fue un Ave, hace mucho tiempo, era una muchacha, muy bonita como no
había ninguna en el pueblo, pero su belleza incomparable era opacada por sus
muchos defectos. Era presumida y coqueta;
Tampoco le gustaba trabajar, y en
un lugar donde todos son laboriosos el peor pecado es ser haragán.
En aquel entonces, de a saber
cuándo; las personas cocían el maíz del día desde muy temprano, algo que
Esperanza, aborrecía porque había que madrugar, así que un buen día ella dijo:
<< Voy a poner a cocer maíz
para una semana>>
Y esto lo hacía para tener su
feriado y estar de ociosa, o andar de casa en casa chismeando.
Así que buscó la olla más grande
que había en la casa, la misma que ocupaban para hacer los tamales cuando había
algún velorio; la llenó con maíz y le puso poquita agua.
Como además era impaciente, atizó
el fuego poniendo mucha más leña de la habitual, y corrió a maquillarse y a
verse en el espejo.
Mientras tanto la olla se rebalsó
y el maíz se quemó.
Al medio día, regresó su esposo y
pidió de comer; pero ella todavía estaba viéndose en el espejo.
Fuera de sí, el hombre la golpeó
hasta dejarla media muerta y la maldijo.
Y como resultado de la maldición
fue convertida en un pájaro para que se comiera todo el maíz que se había
quemado.
Esa es la razón por la que se le
ve siempre cuando queman los “guatales”; Justo al medio día ella llega a
llorar; porque se acuerda del maíz quemado y busca granos entre las cenizas.
El pájaro es bonito porque ella
era encantadora, conserva las pestañas crespas y el maquillaje que ella usaba.
También se dice de esta ave, que
tiene sortilegio; como ella era muy coqueta, los hombres que tienen mala suerte
en el amor, deben buscarla al medio día, cuando ella empieza a llorar y
enamorarla, así como se enamora una mujer; si se hace correctamente, con cada
galantería, el pájaro se irá haciendo mas y más grande hasta alcanzar el tamaño
de una persona; entonces escupirá una hierba que el interesado deberá guardar
en un pañuelo blanco.
Desde ese día no habrá mujer que
resista sus palabras y podrá tener a quien desee sin mayor esfuerzo.
Por el contrario, si no se logra
enamorarla entonces crecerá para burlarse y castigar al desafortunado
pretendiente, el cual desde ese día será, si sobrevive; el hombre más
desgraciado en el amor e incluso en algunos casos hasta afeminado.
—Miguelan.
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